No hay duda para ningún
venezolano que hemos vivido días aciagos, impregnados de tristezas, de coraje,
de indignación. En algunos casos hasta de parálisis, casi todo causado por el excesivo abuso,
lenguaje violento y ventajismo que hemos vivido frente a una verdad, por la que
aún lucha más de la mitad del país.
Los abusos, los hemos vivido
desde distintos flancos. Desde el gobierno, aunque no me acostumbro, pero es
parte ya de lo cotidiano y sino para muestra un botón, la campaña electoral que
acabamos de finalizar y con ella un triunfo que más de la mitad del país no
reconoce hasta tanto no se haga un reconteo ―amparado en las leyes―y
se aclare una situación que ha colocado a Venezuela en una de las peores crisis
políticas que hayamos vivido.
Pero me tocó vivir algo tal vez más grave, tratándose no solo de una
empresa privada, sino que además es extranjera, donde el abuso, el ventajismo
hacia el gobierno y la falta de respeto, coronó una visita que hice a
Telefónica, Movistar, en el Centro Canaima de Caracas.
El martes 9 de abril, es decir 5 días antes de las elecciones fui al
piso 9 de esta empresa a objeto de solicitar unas tarjetas para un call center de estudiantes, si era
posible ello. Mi sorpresa cuando llegué allí y me encontré con un señor que
vestía desde la cabeza hasta los pies con propaganda del candidato oficialista.
Mi primer impacto fue ver el contraste entre lo corporativo y aquello tan
exagerado y, una vez más, abusivo. Lo más dramático fue escuchar a la jefa de
la oficina ―como ella misma
se autodenominó―llamarlo
teniente, entregarle cajas y cajas de celulares mientras le mandaba «muchos a saludos al general y
dígale por favor que él me pidió 10 celulares y le estoy mandando 15, me pidió
tantos fijos y le estoy mandando tantos más»… Así sucesivamente fue enumerando el contenido de las cajas y
diciéndole que mientras el general le pedía tantos, ella le estaba enviando
muchos más. Estas cajas «el
teniente» las llevaría en una
camioneta de CORPOELEC, como él mismo le informó a la señora, cuando ésta buscó
ayuda con un empleado de MOVISTAR para que lo llevara a tomar un taxi. No sin
antes hacerle la advertencia ―al
trabajador de la empresa― que
lo esperara hasta que se montara en el vehículo porque lo que llevaba el
teniente era muy costoso.
Estaba anonadada con lo que estaba viendo, y además, frente a un grupo
de venezolanos, trabajadores de esa empresa, cuando esta señora con el mayor
desparpajo halagaba al teniente disfrazado con la ropa de campaña de Maduro, y
enviaba saludos al general. Cuando pasó a mi lado, con una voz casi susurrada
le dije: «Estas son nuestras
Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas».
La señora de inmediato me invitó a
entrar a su oficina. Oh sorpresa, ver a la señora en cólera por mi comentario, inmediatamente
me amenazó mandar a llamar a la seguridad para que me sacaran de la oficina,
porque ella no me permitía ese comentario. Por supuesto, no dejé que esto
sucediera, porque de inmediato salí por mis propios pasos.
Mi primera reacción de indignación fue preguntarme si este era el
trato de una empresa multinacional a una persona, a un cliente, a un
venezolano.
Me preguntaba qué la había ofendido tanto, sería el sentirse descubierta por su simpatía
con este régimen. Cualquiera tiene derecho a elegir lo que le dicte su
conciencia. Solo que lo corporativo, en las empresas, se supone debe privar por
encima de filosofías personales, más en un país tan polarizado como el nuestro.
Igualmente una empresa puede regalar a quien quiera lo que quiera, total son
sus productos, pero hablamos de las
FANB, en manos de un teniente y disfrazado de rojo.
Me sentí vejada como clienta ―de
cerca de 20 años― de esta
empresa multinacional y pensé cómo una empresa a la que se le abren
las puertas en un país es capaz de faltar el respeto, a clientes y empleados de
esa manera, dando un trato adulante a funcionarios de las Fuerzas Armadas
Bolivarianas de Venezuela, quien violando todas las normas vestía de la manera
como ya lo he descrito.
El asunto es que la humillación y el ventajismo lo vivimos en este
país a todos los niveles. Simplemente me pregunto qué sentirán millones de
venezolanos al saber que su operadora telefónica es parte también de esos
abusos y contribuye al ventajismo, por el que millones estamos luchando para
hacer de Venezuela un país de todos.
¿Será que los venezolanos estamos en total indefensión?
Mientras tanto, la lucha sigue y el encuentro de todos los venezolanos
será por la verdad, por la paz y el diálogo que nos permita a todos eliminar el
abuso, tanto de lo público como de lo privado, Venezuela no merece esto.