miércoles, 6 de marzo de 2013

¿Grupos irreconciliables?


Después de todo,
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida

Mario Benedetti


Es normal y era de esperarse que la muerte de un líder como Hugo Chávez causara pasiones, delirios y furores en el mundo entero. Un hombre amado y odiado por propios y extraños, controversial, altanero y narciso; en fin, con características muy particulares que ―por fortuna― no son muy fáciles de copiar, más sí tendrá adeptos a la imitación, no me cabe duda.

Apenas a 24 horas que se dio la información de la muerte de este caudillo, las informaciones de medios electrónicos, digitales, etc., han inundado al mundo, pero no ha dejado de sorprenderme la ponderación que se le ha dado, como si de un salvador o libertador se tratara.

Venezuela en los últimos 14 años y tengo que recordarlo ha pasado a ser uno de los tres países más peligrosos del mundo, sumando en su haber cerca de 200 mil muertos en manos del hampa.

Decía en entrevista a CNN en español, Enrique Krauze, autor mexicano del libro «Entre el poder y el delirio», que a pesar de todo, a Chávez no se le podía culpar de muertes, se refería, me imagino al paredón de Cuba o algo similar. Salté del sillón, porque un número de asesinatos como este que he señalado, y en la más absoluta impunidad, debe tener un responsable. Cuando vemos cada semana sumar y sumar asesinatos, sin que nada ocurra, no me queda otra que pensar que esto es parte de una política de Estado. Entonces sí hay muertes en su haber.

Cuando voy a Valencia en 5 horas y recuerdo que cuando era una niña, solo me tardaba 2, entonces pienso que el país ha retrocedido, porque lejos de construirse una infraestructura en el país, la existente se ha destruido.

Muchos de mis amigos tienen la fortuna de ser abuelos, pero son abuelos 2.0 abuelos de skype, ven a sus nietos crecer a través de una función de la computadora, porque sus hijos tuvieron que emigrar por falta de trabajo, por la inseguridad o simplemente por perseguir una oportunidad. Siempre he creído que un país de emigrantes no es un país que tenga un gobierno sano, más aún cuando no ha sido la tradición de Venezuela.

Por primera vez, hace un par de años escuché la palabra pran, aún no sé de dónde salió, pero sí sé qué significa, porque la realidad cruda de nuestras cárceles, incluyendo el número aterrorizante de muertes me ha enseñado que los pranes son una especie de gobierno dentro de esos recintos con quiénes se negocia la vida, «la paz» y hasta los lugares donde se puede dormir. Esas negociaciones pueden incluir hasta la vida, ni qué hablar de los valores.

He visto los más dislocados insultos, los he oído hasta con atención y he sentido en muchas ocasiones que lo dicho es conmigo. Esto lo he escuchado a través de medios del Estado, financiados por los venezolanos, también en la más absoluta impunidad; porque el país tiene 14 años partido en dos toletes que parecieran irreconciliables; uno de esos grupos detenta el poder, el abuso y el uso de medios para decirle a la otra mitad de los venezolanos que son o somos unos oligarcas de la ultraderecha, asesinos y golpistas y hasta con las nalgas blancas, como si esto fuera un pecado. Todo por no comulgar con el otro grupo. Esa división cancerígena de la sociedad venezolana tiene también un responsable.

En mis años de vida que no son tan pocos, no había visto jamás enfermos en camillas y sillas de rueda llamando la atención a las autoridades por falta de insumos en los hospitales, por falta de equipos para hacerse diálisis, tratamientos contra el cáncer, entre muchas otras enfermedades o padecimientos.

Jamás había escuchado el abuso materializado en la palabra EXPRÓPIESE, como un sentimiento revolucionario para echarle una vaina al oligarca, oligarca que muchas veces fue el dueño de una bodeguita en Catia o el dueño de un negocio que había sido manejado con prosperidad para caer en las garras de la ineptitud, de esto último hay casos a granel.

La pobreza cambió, es verdad, pero no se transformó ni en educación ni en ciudadanía. Se convirtió en bloques ranchificados a lo largo de una Caracas maltratada, ranchos verticales entregados a personas necesitadas a cambio de una ideología, de un desgreñado populismo, improvisando las entregas en fechas previas a elecciones, donde los habitantes no tienen ni agua, ni bajantes de basura y en muchos casos ni estacionamientos. Viviendas matrechas, muchas de ellas. Colegios bolivarianos donde se demuestra su piratería al detectar que ni un solo hijo de los revolucionarios estudian en esos colegios, si esto no es una prueba, que me digan cuál es.

¿Han sido visibilizados los pobres? Con responsabilidad diría que utilizados en la más profunda de su nobleza, de su ingenuidad o peor aún de sus necesidades. Si se han visibilizado, en regalos de líneas blancas, televisores, pero a cambio de una dignidad que no puede tener precio jamás.

Hoy los venezolanos tenemos un reto insoslayable frente a lo que está sucediendo. Chávez ya no está, el reto es no perder el rumbo, enfocarnos a dónde queremos ir. Basta de incongruencias de un lado y del otro. Tenemos un espacio por recorrer donde la emoción pareciera ganar terreno, porque no me cabe duda que uno de los dos grupos utilizará esa emoción para alcanzar la meta electoral. Del otro lado estará el mantenerse en equilibrio, pensar y darnos cuenta que tenemos si se respeta la Constitución solo 30 días para definir el destino del país.

Vienen tiempos difíciles, fueron sembrados por un hombre que ha sido y seguirá siendo controversial. Dejemos a la vida y a la historia su figuración, pero hagamos nosotros de estos próximos días un momento crucial de buena voluntad, imaginación y mejor comportamiento por una Venezuela unida y de todos los venezolanos. Sí cabemos todos. Estos 14 años son el fin de una historia. Hoy se abre una nueva página, ojalá sea la de un país como el que todos queremos, unidos por la paz, el trabajo y el amor. «Después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida»