viernes, 1 de julio de 2011

Carta al Presidente Chávez

Señor Presidente, quiero comenzar diciéndole que lo he adversado y lo seguiré haciendo hasta el último día de esta revolución. Pero no celebro su enfermedad, lo siento y mucho, porque los venezolanos merecemos salir de usted con votos. No quiero mártires, quiero a un hombre rindiendo cuentas por todo lo malo que ha hecho junto a sus «colaboradores» durante estos años de revolución.
Me llamó la atención ¿y cómo no? Su tono desaliñado y humilde, aferrado inclusive al manto de la virgen, palabras que –por lo menos yo- nunca le había escuchado, y es que estar en esas circunstancias debe ser muy duro, no lo dudo.
Me pareció verlo tan aferrado a lo religioso como a su «padre» Fidel, pues aparentemente no tuvo usted a ningún compatriota cercano que lo quisiera tanto como él y fuera capaz de obligarlo a someterse a exámenes para descubrir –a tiempo- qué era lo que le sucedía.
Conspiro con algunas interrogantes, ¿Será que ninguno de sus secuaces se atrevió nunca a decirle lo pálido que estaba? ¿Que sus rabietas no eran normales? o ¿Será que sus cercanos pensaban que usted era infalible, infinito, invulnerable? No comprendo, porque usted dijo claramente que Fidel: «Me interrogó casi como un médico, me confesé casi como un paciente», cosa que no es capaz de hacerlo con un connacional.
Decía además que cierto grado de angustia e incertidumbre recorría el alma de Venezuela y que usted sabía que era gracias a sectores manipuladores. En este caso los únicos sectores manipuladores –le digo- fueron los ministros de su gabinete, señor Presidente, encabezados ellos nada menos que por el canciller, el vicepresidente y el de información y comunicaciones, todos en minúsculas, por incapaces.
Eso de que usted desde el primer momento asumió la responsabilidad sobre la veracidad, tanto de lo médico como la razón humana y la razón amorosa, por cierto esta última no la entendí nunca. No lo creo y permítame DUDAR, esta vez sí que con mayúsculas, porque nada de eso sucedió, a menos que ya no le hagan caso y sería peor aún de lo que imaginaba.
Usted reconoce su fragilidad, una vez más desde una oscura caverna de su alma. Ojalá tanto su enfermedad, como la fragilidad que ella le produce, así como las reflexiones que debe llamar al alma un cáncer, le permitan pensar un ratico en los presos políticos que padecen la misma enfermedad que usted, no así con la misma suerte que tiene en Cuba de ser atendido, pues ellos ni siquiera han tenido médicos recién graduados en la bolivariana para ese fin.
Está usted en otro abismo, no le quito la razón, tiene que ser así, y eso sí se lo creo. Abismo en el que muchísimos venezolanos hemos estado durante estos años de intolerancia, donde con su firma y sello se ha inoculado el odio en esta Venezuela que usted está por heredarnos.
Usted evoca a nuestro querido, canta-autor Alí Primera con «Mi pueblo manso, mi manso pueblo»: Hay semerucos allá en el cerro y un canto hermoso para cantar, que hay semerucos allá en el cerro y ya la gente empezó a sembrar.
Fíjese Presidente que cuando yo escucho esa hermosa canción de nuestro Alí, recuerdo más el desalojo de Los Semerucos, aquel que ordenado por usted por el odio hacia nuestro pueblo trabajador en PDVSA, la Guardia Nacional, nada gloriosa sacó a fuerza de bombas y perdigones aquella nefasta madrugada a ancianos y niños. Por si no se acuerda, le dejo el video http://www.youtube.com/watch?v=lWfuJGIcxAg
Eso es lo que hemos vivido en estos años, esa Venezuela de dos lados, el del pueblo manso, manso pueblo y el de un gobierno montaraz, por grosero y feroz.
Es un momento de dificultades, Presidente, no solo para usted y para ese pueblo que aún le reclama esperanza que es –en realidad- lo que usted ha repartido. Es un momento difícil para Venezuela entera.
Quiero pensar en su salud, quiero ofrecer votos por su pronta recuperación, no quiero mártires, ya usted ha hecho ese papel y vuelve a ser montaraz.
Ojalá pase usted a la historia por el arrepentimiento que pudiera sentir un ser humano normal, usted no es diferente. Véngase pa’ Venezuela, ya son muchos los venezolanos en el exterior por su causa. Usted no está autorizado para gobernar desde otro país, podría cualquiera pensar que está violando la constitución. Quédese usted  aquí y crea en Venezuela, porque le garantizo que sí tenemos futuro.

Me alegra que ya no invoque la muerte. Ya son demasiados los asesinatos, los más recientes en El Rodeo. Dígale a sus seguidores, por favor que basta de "Patria, socialismo o muerte"
El año que viene tendrán que venir mejores aires, volverá la democracia a Venezuela –estoy segura- y a eso le apuesto. Ojalá lo tengamos ahí, aquí, porque lo queremos sano y salvo para ese momento. Salud! Presidente.