Después
de todo,
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida
Mario
Benedetti
Es normal y era de esperarse que la
muerte de un líder como Hugo Chávez causara pasiones, delirios y furores en el
mundo entero. Un hombre amado y odiado por propios y extraños, controversial,
altanero y narciso; en fin, con características muy particulares que ―por
fortuna― no son muy fáciles de copiar, más sí tendrá adeptos a la imitación, no
me cabe duda.

Venezuela en los últimos 14 años ―y tengo que recordarlo― ha pasado a ser uno de los tres países más
peligrosos del mundo, sumando en su haber cerca de 200 mil muertos en manos del
hampa.
Decía en entrevista a CNN en español,
Enrique Krauze, autor mexicano del libro «Entre
el poder y el delirio», que a pesar de todo, a Chávez no se
le podía culpar de muertes, se refería, me imagino al paredón de Cuba o algo
similar. Salté del sillón, porque un número de asesinatos como este que he
señalado, y en la más absoluta impunidad, debe tener un responsable. Cuando
vemos cada semana sumar y sumar asesinatos, sin que nada ocurra, no me queda
otra que pensar que esto es parte de una política de Estado. Entonces sí hay
muertes en su haber.
Cuando voy a Valencia en 5 horas y
recuerdo que cuando era una niña, solo me tardaba 2, entonces pienso que el
país ha retrocedido, porque lejos de construirse una infraestructura en el
país, la existente se ha destruido.
Muchos de mis amigos tienen la
fortuna de ser abuelos, pero son abuelos 2.0 abuelos de skype, ven a sus nietos crecer a través de una función de la
computadora, porque sus hijos tuvieron que emigrar por falta de trabajo, por la
inseguridad o simplemente por perseguir una oportunidad. Siempre he creído que un
país de emigrantes no es un país que tenga un gobierno sano, más aún cuando no
ha sido la tradición de Venezuela.
Por primera vez, hace un par de años
escuché la palabra pran, aún no sé de
dónde salió, pero sí sé qué significa, porque la realidad cruda de nuestras
cárceles, incluyendo el número aterrorizante de muertes me ha enseñado que los
pranes son una especie de gobierno dentro de esos recintos con quiénes se
negocia la vida, «la paz» y
hasta los lugares donde se puede dormir. Esas negociaciones pueden incluir
hasta la vida, ni qué hablar de los valores.
He visto los más dislocados insultos, los he oído
hasta con atención y he sentido en muchas ocasiones que lo dicho es conmigo.
Esto lo he escuchado a través de medios del Estado, financiados por los
venezolanos, también en la más absoluta impunidad; porque el país tiene 14 años
partido en dos toletes que parecieran irreconciliables; uno de esos grupos
detenta el poder, el abuso y el uso de medios para decirle a la otra mitad de
los venezolanos que son o somos unos oligarcas de la ultraderecha, asesinos y
golpistas y hasta con las nalgas blancas, como si esto fuera un pecado. Todo
por no comulgar con el otro grupo. Esa división cancerígena de la sociedad
venezolana tiene también un responsable.
En mis años de vida que no son tan pocos, no había visto
jamás enfermos en camillas y sillas de rueda llamando la atención a las
autoridades por falta de insumos en los hospitales, por falta de equipos para
hacerse diálisis, tratamientos contra el cáncer, entre muchas otras
enfermedades o padecimientos.

La pobreza cambió, es verdad, pero no se transformó
ni en educación ni en ciudadanía. Se convirtió en bloques ranchificados a lo
largo de una Caracas maltratada, ranchos verticales entregados a personas
necesitadas a cambio de una ideología, de un desgreñado populismo, improvisando
las entregas en fechas previas a elecciones, donde los habitantes no tienen ni
agua, ni bajantes de basura y en muchos casos ni estacionamientos. Viviendas matrechas, muchas de ellas. Colegios
bolivarianos donde se demuestra su piratería al detectar que ni un solo hijo de
los revolucionarios estudian en esos colegios, si esto no es una prueba, que me
digan cuál es.
¿Han sido visibilizados los pobres? Con responsabilidad
diría que utilizados en la más profunda de su nobleza, de su ingenuidad o peor
aún de sus necesidades. Si se han visibilizado, en regalos de líneas blancas,
televisores, pero a cambio de una dignidad que no puede tener precio jamás.
Hoy los venezolanos tenemos un reto insoslayable
frente a lo que está sucediendo. Chávez ya no está, el reto es no perder el
rumbo, enfocarnos a dónde queremos ir. Basta de incongruencias de un lado y del
otro. Tenemos un espacio por recorrer donde la emoción pareciera ganar terreno,
porque no me cabe duda que uno de los dos grupos utilizará esa emoción para
alcanzar la meta electoral. Del otro lado estará el mantenerse en equilibrio,
pensar y darnos cuenta que tenemos ―si se
respeta la Constitución― solo
30 días para definir el destino del país.
Vienen tiempos difíciles, fueron sembrados por un
hombre que ha sido y seguirá siendo controversial. Dejemos a la vida y a la
historia su figuración, pero hagamos nosotros de estos próximos días un momento
crucial de buena voluntad, imaginación y mejor comportamiento por una Venezuela
unida y de todos los venezolanos. Sí cabemos todos. Estos 14 años son el fin de
una historia. Hoy se abre una nueva página, ojalá sea la de un país como el que
todos queremos, unidos por la paz, el trabajo y el amor. «Después de todo, la muerte es solo un síntoma de
que hubo vida»